Páginas

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sankalpa

                                                                                                             
Soy un niño invisible con mil caras de amor,
que flota sobre el mar turbulento de la vida,
rodeado por las praderas de pastores alados,
donde la quietud del amor y la belleza divina llueven en la primavera
y florecen en la suavidad cálida de las noches de verano.

A menudo paso al lugar en que no existe la separación entre el sol y la luna,
donde la luz eterna se esparce como una alfombra
de reflexiones centelleantes de sí misma,
dentro de mi corazón y en los ojos de todos,
incluso de aquellos que por estar ciegos no ven.
Donde la dulzura no tiene sabor porque es la esencia de todo ser,
y donde las lágrimas riegan las flores de la felicidad,
convirtiéndose en arroyos de experiencia que luego van a parar al gran mar.

La vida, a menudo, corta mi cuerpo y mente,
y, aunque sangre se vea caer, y un llorar se pueda oír,
no te confundas ni te engañes creyendo que la tristeza puede yacer en mi ser
o hay sufrimiento en mi alma.
Nunca habrá una tormenta que pueda borrar el camino que pisan mis pies,
la dirección de mi corazón ni la luz de mis ojos,
como tampoco el propósito de esta vida.

Yo sé que soy intocable por las fuerzas mientras tenga una dirección,
un propósito, una meta que servir, algo que amar y que dar.
La fuerza está en la magnificencia de las cualidades secretas de mi propia personalidad,
de mi propio carácter,
y aunque sólo soy un mensajero, yo soy yo.

Déjame que decore muchos corazones
y que pinte mil caras con los colores de la inspiración
y los suaves sonidos silenciosos de la grandeza.
Déjame ser un niño que corre descalzo por el bosque de gente que ríe y llora,
dando flores de imaginación y sorpresas maravillosas que Dios da gratis.

¿Tengo yo acaso tiempo para preguntar a quién amaré,
de quién pediré algo más de todo lo que he dado,
o qué significan los signos que pasan ante mi ventana?
Aprendí a leer hace medio siglo,
pero tan sólo lo encontré útil para hablar a quienes continúan viviendo de libros.

No fingiré entender, ni tampoco trataré de razonar para la satisfacción del raciocinio.

Ayer me senté en el parque y compartí una naranja y un atardecer con los divinos y
conmigo mismo.

Y... ¿Quién soy yo?
No te dejes confundir por mis palabras,
mi manera, mi amigabilidad o por mi imagen de hombre.
Yo duermo, como, hablo y juego contigo y con otros,
pero recuerda, que el presente de la inspiración, de la perfección,
es una isla de tesoros de precio inestable,
que fue puesta por aquel que llamamos Dios al final del arco iris.

Si creo que tengo fuerza para retener el agua de los mares,
para mover montañas, y la determinación de vivir y amar la vida,
es porque he sentido y he visto una imagen de inspiración a mis ojos invisibles.

Sí, lloré ayer cuando leí la tristeza en el corazón de mi amor,
pues yo soy más que humano,
y me reí con mi barriga cuando vi a dos camellos que jugaban en un mar de amarillo.
Yo no soy insensible, ni tampoco he atrofiado mis sentidos,
pero nunca quedaré sumergido o me perderé en la experiencia de estas imágenes,
de estas sensaciones, de estas emociones.

No creas que como niño,
mi corazón no puede tornarse duro como una piedra
cuando la flecha de la oposición a lo que creo
trata de atravesar mi centro de principios y carácter.
Tengo una causa, un propósito, una significación, un valor, una individualidad;
todo como medio para vivir en esta vida, para dar grandes pasos hacia delante,
para cumplir una misión.

¿Debo caer postrado sobre mis rodillas y esperar la llegada de alguien
que me bendiga con la felicidad y con una vida de sueños dorados?
No. Yo entraré y correré en el desierto de la vida con mis brazos abiertos,
a veces cayéndome, otras tropezando, pero siempre levantándome como pueda,
mil veces si es necesario, algunas veces feliz.
A menudo la vida me quemará, otras me acariciará tiernamente,
muchos de mis días serán perseguidos por complicaciones y obstáculos,
y también habrá momentos tan bellos que mi alma sollozará en éxtasis.

Yo seré siempre testigo, pero nunca me apartaré ni huiré de la vida, de mi mismo.
Nunca abandonaré mi ser ni las lecciones eternas que me he enseñado a mi mismo,
ni tampoco dejaré que se pierda la grandeza de la inspiración divina.
Mi pompita de arco iris me transportará mucho más allá,
detrás de la puesta del horizonte,
para siempre amar, servir y vivir como un sannyasin.


Swami Satyananda Saraswati




Hari Om Tat Sat


4 comentarios:

  1. Toda una declaración de principios y de valores.

    La sabiduría orental es rica en valores humanos y en comportamientos, lástima que no se sigan, habría que darlos a conocer más amenudo.

    Muy interesante.

    Un abrazo
    Jesús

    ResponderEliminar
  2. Gracias Jesús por tu comentario.

    Efectivamente la filosofía oriental es una fuente infinita de sabiduría.

    Un abrazo grande
    Milena

    ResponderEliminar
  3. ¿Qué es exactamente Sankalpa? ¿No es la palabra en la que uno piensa en la meditación?

    ResponderEliminar
  4. Sankalpa significa `resolución´en sánscrito.
    Efectivamente, al principio y al final de una sesión de `Yoga Nidra´-sueño psíquico- se te pide que evoques tu sankalpa o resolución 3 veces mentalmente. El sankalpa, que debe de ser una palabra o frase corta en positivo, es como una semilla que se planta en el subconsciente y florece. Deberá ser siempre el mismo hasta que florezca y estar firmemente implantado en la mente.
    Aquí, Satyananda ha dado el nombre de `Sankalpa´-resolución- a su poema.

    ResponderEliminar

Gracias por tu comentario