Abrazar el amor
que de uno se desprende,
comprender y sentir
que es inmenso,
balsámico,
curativo,
resplandeciente.
Es luciérnaga que ilumina,
libélula bailarina,
fragancia
de la más dulce y espléndida rosa.
Y lo reconoces, lo agradeces,
lo veneras y bendices
porque sabes que no eres hacedor,
tan sólo eres un intermediario,
un mero espectador
de un presente sin igual
que entiende
que suaviza
que todo logra y libera
con ese precioso y preciado aroma
que llamamos puro Amor
©MilenaE